La gente cree lo que quiere, lo que no quiere simplemente nunca llega a creerlo, por más que la verdad se le aparezca en todas las manifestaciones del inconsciente.
Yo nunca había querido mentirle tanto, nunca había querido lastimarla tanto, pero ella estaba tan enferma, y cada vez empeoraba, yo no sabía como detenerla, ni como detenerme, es que la quería, pero no solo a ella… es difícil explicarle eso a una mujer.
Me encanta su perfume, y la mueca que hace en su nariz a ver algo que le causa ternura, el brillo de sus ojos cuando habla de algo que le gusta, me gusta su sexo enfermizo, su fuerza en sus manos y el vaivén perfecto de sus caderas, pero no me gusta verla triste, no, ella no tenía que estar triste si estaba conmigo, por que nunca dejaría que eso pase, si la amaba tanto… y ella me ama tanto, hasta recuerdo sus abrazos débiles, su cara al mírame, si recuerdo como se le alzaban las cejas y en vez de sonrisa, hacía una mueca, ella y su ternura…
Su beso suave y pequeño en la mejilla derecha y su paso hacía la izquierda, recuerdo todo lo que hacía, pero ella estaba tan enferma, no sabía como yo la miraba, es que la quería, pero no solo a ella, y es difícil explicarle eso a una mujer.
Aún recuerdo la hora pasada, su cara asustada, hasta que una vez nos cruzamos en el pasillo, y al esquivarme la mirada, la empuje hacía la pared, vi su mueca de dolor, pero es que ella no entiendo como la quiero, sus ojos asustados comenzaron a llorar una vez más… no llores! Le ordene, es que ella no tiene que estar triste cuando esta conmigo, si yo no hago nada para que ella este mal, entonces, la oí decir despacio, entre la voz cortada y el llanto, el nombre de la otra, ¿cómo sabes que ella sabía? La solté despacio, asustado también, pero ella lloró más, le pedí perdón, se lo juro señora, le rogué perdón, pero ella no paraba de llorar, y ya sabe como me molestaba eso, le pedí que no llorara más, pero no paraba, entonces la toqué…
-¿cómo que “la toco”-
-así le decía ella- y se le quebró la voz, y sonrió -como le dije, la gente cree lo que quiere y ella me amaba tanto-
-le pegó- lo miré fijo y el hizo un desdén con la mano hasta que finalmente acertó, sabía que no estaba bien, se acomodó en la silla, pero largo un llanto ahogado…
-compréndame, yo la amaba tanto- pero yo solo podía mirarlo fijo
-avíseme cuando puede continuar- acertó con la cabeza como resignado, sabiendo que en este lugar la comprensión no es una costumbre ni algo que se pueda considerar, se seco las lagrimas despacio y me volvió a mirar avergonzado y volvió a sonreir
-aún recuerdo su pelo, cuando la toqué… bueno… su pelo rozo la palma de mi mano, estaba igual de suave que todas las mañanas, sabe? ¿cómo me iba a imaginar que esta sería diferente?- y detuvo su mirada fija, como si su última pregunta hubiese sido algo que hasta el le hubiese impactado, subió las manos a la mesa, y yo se las mire, entonces volvió a bajarlas
-continúe- le ordene, esta vez me miro más serio, era evidente que tenía cambios de temperamentos repentinos
-cuando la toque, se quiso escapar, pero ella, ella sabe que no puede- y bajo la mirada -¿por qué siempre se estaba escapando de mi? Eso no lo puedo entender!!!....- hizo un silencio- entonces ella seguía llorando, y yo le pregunte bien, o sea, tranquilo, como se había enterado, dígame si lo le pregunto a usted… ¿Cómo te enteraste? ¿qué responde?- me preguntó y yo fruncí el seño
-a nadie le importa lo que yo hubiese echo, me interesa que me cuente que hizo isabel en ese momento… ¿qué le contestó señor rouston?- pero se quedo estacionado, mirándome y se empezó a reír
- fue muy ilógica su respuesta… eso me volvió loco, por que no me respondía lo que le estaba preguntando-
- dígame que le respondió-
-me voy, eso me respondió, me voy- y alzo su puño a su boca y empezó a llorar, abrió sus brazos incrédulo
-es que esa no era la pregunta que le estaba haciendo- me dijo incrédulo
-¿o no era la respuesta que esperaba escuchar, señor?- le dije serio, y en ese momento bajo los brazos y me miro con bronca
-todas las mujeres son iguales, hice bien en matarla, disfrute cada cuchillada que le di, la sensación… de romperle la piel de porcelana que tanto me volvía loco, y su grito, nunca más la escucharía llorar, pero sabe- y volvió a llorar- cuando dejo de respirar, le abrí los ojos y ese brillo se había ido, y su perfume ya no estaba, solo el de su sangre, tampoco hacía gestos, y la odie por eso, siempre fue tan enferma, siempre se quería ir, dejarme, ¿Por qué hacía eso? Es que no se daba cuenta de que la amaba? Y ella me amaba tanto- le hice un gesto al fiscal que teníamos todo lo que queríamos, el fiscal avanzó sobre el
-no va a ser la primera vez que esta acá rouston, así que sabe como es esto- le dije mientras le ponían las esposas, y el volvió a llorar, pero esta vez con una sonrisa en su rostro, esa tarde me retire temprano, tenía los pies hinchados, y a veces uno se cansa de escuchar a enfermos, abrí la puerta y respire la brisa de un otoño por venir, ese día había aprendido algo… “La gente cree lo que quiere, lo que no quiere simplemente nunca llega a creerlo, por más que la verdad se le aparezca en todas las manifestaciones del inconsciente.”
Sofi Gramajo.